Vestimenta, Joyería

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Niños vestidos con sus trajes típicos

Indumentaria y Joyería (I)

La ropa más antigua que se recuerda es la gonella negra (*), hecha de una tela gruesa y rudimentaria, tejida con dos hilos de lana y uno de cáñamo. Es estrecha y larga hasta los pies, ribeteada con la "cimolsa" (orillo: remate natural de una pieza de tela o de tejido de punto que evita que el tejido se deshilache).​
(*) Gonella: prenda de vestir formada por cuerpo y falda

Un plisado muy pequeño rodea el cuerpo, menos la parte delantera que es lisa, encima de la cual se coloca un delantal, plano y largo, hecho de la misma ropa, el delantal de muestra, que tiene una vía bordada, en colores amarillentos y rojos debajo, y otra más de un palmo de anchura en la parte superior.

El corpiño es sin mangas y, por debajo del mantón, blanco bordado, o amarillo, se ponían unas postizas, atadas una con la otra con unas vetas. Solían ser muy estrechas y hechas de satén, terciopelo o laneta, bordadas también desde el codo hasta los puños, con unos agujeros donde se colocaban los botones de plata o de oro.

La gonella negra se complementaba con la "emprendada (*)" de coral y plata sobre mantón de algodón bordado blanco, o más modernamente con la "emprendada" de oro con mantón de seda amarillo. En la cabeza se ponían el cambuix y el sombrero de fieltro adornado con vetas de colores y flores. A los pies, las alpargatas de suela de esparto y cubierta de pita.
(*) Emprendada son los conjuntos de joyas que lucen las campesinas (payesas) sobre el pecho con los vestidos de carácter festivo y ceremonial, hechas de coral y plata, de oro o incluso de otros materiales.

Luego las ropas se fueron haciendo más ligeras y el traje era cada vez más estufado. Por detrás seguía plisándose, primero con pliegues pequeños, después más anchos, y más modernamente y por todo duro, arrugado sin plisar. Se empleaban ropas de algodón —la gonella blanca—, de lana, de seda, listados, de hindú...

Cronológicamente es probable que la ropa de llavero (clauer) se ubicara entre la gonella negra y la gonella blanca. Sin embargo, hay escasos testimonios de esta ropa, que la tradición oral no recuerda y que se podría caracterizar por llevar colgando un resto de llaves, el llavero, parecido al que se llevaba en algunos lugares de la Catalunya Nord.

Todos los vestidos se llevaban con "rifacos" o "faldellins" (enaguas) de colores diferentes, bordados o de encaje.

El corpiño de los vestidos era similar al de la gonella negra, pero por abajo se ponía un gipón, que a menudo tenía la parte del cuerpo de una ropa más sencilla, y las mangas, que era lo único que se veía, una ropa más mudada y más vistosa, y ya no eran estrechas, sino más estufadas y cerradas con puños bordados y muy anchas las de la gonella blanca; en cambio, en el vestido de color presentan unos estrechos puños. Los delantales pasan a ser cortos y rúalos, de satén con bordados, o hechos de sedalinas estampadas.
Los mantones son de ropa y colores muy variados. Primero se estilaron cuadrados, de tipo mallorquín, con flocadura (guarnición hecha con flecos) clara y larga, y después triangulares, con la flocadura más corta y más espesa.

(EEiF) Catalina Sansano Costa [CSC], Marià Torres Torres [MTT]
Imagen superior:
Niños vestidos con sus trajes típicos
Foto: IbizaTravel (Portal Oficial de Turismo de Ibiza)

Grupo de mujeres con trajes típicos

Indumentaria y Joyería (II)

La forma de anudárselo también ha ido variando a lo largo del tiempo: primero se llevaba bien sipado (*) y después más soltado. Si la gonella era blanca, podían ser amarillentos o bien de lanilla delgada de colores oscuros con unas vías anchas bordadas o pintadas, y por encima se lucía la emprendada de oro.
(*) Sipar: poner las faldas dentro del cinturón. Sipado: que te sale la camisa por debajo del jersey.

En la cabeza llevaban pañuelos de blonda blanca, bordados a mano, o bien de seda de colores amarillentos. Con las gonellas de color, los mantones tenían colores muy variados, y podían ser de sedalinas, lana o terciopelo. Si no llevan emprendada, el delantal se lo ponen largo, algo arrugado. Los pañuelos de la cabeza también son de seda y de colores amarillentos. En los pies, siempre las alpargatas de pitra.

Un elemento empleado sólo para actos religiosos era la mantita de lana o franela blanca, ribeteada en los sesgos con una cinta ancha de satén o seda de color negro. Y, para taparse las joyas y en días de frío, el mantón de grana, que era como un faldón, arrugado de arriba y que se pasaba por la cabeza para tapar el pecho; de la parte trasera se levantaba y se colocaba por encima de la cabeza.

En caso de luto, salvo las alpargatas, todo era de color negro, y en el luto "fuerte" se añadía el mantón de luto, con el que se tapaban incluso.

La ropa de trabajo era más sencilla y a menudo prescindían del mantón, “iban de corpiño”, y sobre todo por el lado de San José y San Antonio donde empleaban chaqueta, una especie de gipón, justillo o jubón (prenda corta y ajustada) que se colocaba por encima de la gonella (el caracón). Para trabajar se ajustaban el vestido de la parte delantera hasta la cintura, de esta manera podían andar y moverse más cómodamente.

Para diario calzaban alpargatas hechas todas de esparto, o cubiertas de lona, ​​de diferentes modelos: las de espejito, las escotadas o las que llamaban zapatillas.

La ropa más antigua del hombre era también similar a la gonella negra. Los pantalones eran muy anchos de arriba y muy estrechos de abajo. Arriba, una camisola ancha y oscura; después las camisas hechas de trapo con unos bordados pequeños sobre los hombros; del mismo color de la ropa, se ponían los pantalones de pincho, llamados así porque se firmaban con un hueso en forma de pincho, a modo de botón. Estos pantalones eran también anchos de arriba y estrechos de la rodilla abajo.

En la cabeza, el sombrero parecido a la barretina catalana, de color rojo con bóveda negra o negra con la bóveda roja o, incluso, toda negra.
La ropa de llavero según se aprecia en algunos dibujos y retratos era con pantalones anchos y cortos, chaqueta ceñida y un sombrero de ala ancha.

Después, con los pantalones de pincho, el hombre empezó a lucir camisas de algodón con la parte del pecho bordada, con tabillas muy finas, y los cuellos altos y bordados, que se complementaban con un chaleco de color variado (rojo, negro, verde o azul) donde colocaban los botones de plata, hasta una docena a cada lado.

(EEiF) Catalina Sansano Costa [CSC], Marià Torres Torres [MTT]
Imagen superior:
Grupo de mujeres con trajes típicos
Foto: IbizaTravel (Portal Oficial de Turismo de Ibiza)

Grupo de Ball Pagés con sus trajes típicos

Indumentaria y Joyería (III)

También llevaban unas chaquetas estrechas y cortas, de solapa grande, pantalones de lana de colores oscuros, y con unos gorros de ala estrecha y muy altos. En la cintura se ponían una faja ancha acabada con flocadura, que era normalmente de color rojo o negro. En el cuello se ponían un pañuelo para no ensuciar la camisa.

Pronto empezaron a ponerse unos pantalones estrechos de arriba y que se ensanchaban en los pies, con unas camiselas de colores oscuros, negros o azules, todo complementado con sombrero bajo y de ala ancha.

Poco a poco el hombre empezó a utilizar el "jac", chaqueta tipo americana con camisa blanca y pantalones con cinturón. Los gorros se hicieron de ala más pequeña.

En caso de luto, los hombres se ponían una especie de capuchones largos, con los que no se les veía más que la punta de la nariz.

Las alpargatas que empleaban los hombres eran también de suela de esparto y cubierta de pitra, pero abiertas en la puntera, a diferencia de las de la mujer que tenían morrito. Para trabajar eran todas de esparto, o cubiertas de cuerda agujereadas, o bien de lona, ​​tipo valenciano. También se conocían las llamadas "blucher", que estaban hechas a imitación de los zapatos, o las catalanas. Para evitar que las suelas se gastaran rápidamente, a veces les ponían en la suela una puntera y una talonera de hierro y así el esparto no se deshacía tan rápido. También solían alquitranar la suela, dándole una mayor consistencia. Hacia los años cincuenta se empezaron a hacer alpargatas empleando para la suela las viejas ruedas de camión.

A pesar de los escasos medios de las familias del campesinado ibicenco, cabe destacar la riqueza de la joyería, tanto por los materiales empleados, plata y oro, como por la laboriosidad y el trabajo delicado de las piezas.

Por un lado se tiene la emprendada de coral y plata, la más antigua, complementada con la agustinada de nácar. En las mangas se ponían los botones de pico de martillo o de estrella. Seguramente la costumbre de la emprendada debió surgir del hábito de colgarse grandes rosarios por el cuello, hechos normalmente, de plata y azabache.

Estos rosarios, con el tiempo, dejaron de colgarse y se enganchaban con agujas sobre los hombros. Los hombres también se ponían rosarios por el cuello, aunque de menor tamaño. En los chalecos se ponían grandes botones de filigrana de plata huecos de dentro.

Luego están las joyas de oro: pendientes, botones, anillos y emprendada. Los anillos, hasta 24, de distintos modelos: de roseta, de borronado, de castillo y de sello, eran el regalo del novio a su prometida.

La emprendada estaba formada por diferentes pasadas de cordoncillo enganchado en dos agujas de formas diversas; el collar formado por piezas bitroncocónicas y vacías por dentro, por la cruz y por la joya. A veces se añadía una cruz pequeña, el direccionamiento, que se colocaba sobre el corazón. La emprendada, al igual que los pendientes y los botones solía pasarse de madres a hijas; en cambio, los anillos debían guardarse para los regalos a las novias de sus hijos.

(EEiF) Catalina Sansano Costa [CSC], Marià Torres Torres [MTT]
Imagen superior:
Grupo de Ball Pagés con sus trajes típicos
Foto: Ajuntament de Sant Josep de sa Talaia


Escena de Ball Pagés en Sant Josep

Escena de Ball Pagés en Sant Josep
Foto: Ajuntament de Sant Josep de sa Talaia

Pareja con vestidos típicos

Pareja con vestidos típicos
Foto: Varios red

Pareja danzando

Pareja danzando
Foto: Ajuntament de Sant Josep de sa Talaia


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