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Cap des Llibrell, Ibiza

Yacimiento Arqueológico. Santuario. Santa Eulària des Riu, Ibiza


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Cap des Llibrell: Vista del edificio 1 que rodea la cisterna

Cap des Llibrell (I)

El Cap des Llibrell es un yacimiento conocido a partir de mediados de la década de los años ochenta del s XX. Debido a su interés histórico-arqueológico y monumental, se realizó una primera campaña de excavaciones en 1986, seguida de otra en 1987.

Diferentes motivos provocaron que durante una década completa no se realizaran otras intervenciones, pero en 1997 y 1998 se llevaron a cabo dos nuevas campañas de corta duración financiadas por el Consell de Eivissa y Formentera y la Consellería de Joventud del Govern Balear, dirigidas por Joan Ramon Torres.

Se preveía que esta intervención en la cima del Cap des Llibrell fuera el comienzo de un programa más amplio encaminado al estudio de una serie de puntos costeros elevados alrededor de la isla de Ibiza, que habían sido ocupados al menos en época púnica, con fines de vigilancia y, al menos en el presente caso, también de culto.

Algunas prospecciones realizadas en Ibiza antes de 1985 habían evidenciado sobre montañas ubicadas en la misma línea de costa -o, a lo sumo, en sus cercanías- la existencia de estructuras arquitectónicas o, al menos, fragmentos de cerámica púnica, que manifestaban determinadas actividades. Sin agotar el listado, estos lugares eran la atalaya de Jesús, el puig Redó de sa Sal Rossa, el puig des Jondal y el puig Nunó.

El Cap des Llibrell, debido a su buena conservación, unida a una visible monumentalidad de los restos arquitectónicos, fue escogido para la realización de una investigación integrada. Concretamente los restos están en el punto culminante del macizo conocido, desde una óptica sobre todo marinera, como es Cap des Llibrell, y es Castellar desde un posicionamiento tradicional de tierra firme.

En cualquier caso, es un importante promontorio sobre el mar, en la costa de levante de la isla de Ibiza, que cierra por la parte sur la profunda entrada natural de Cala Llonga.

Este macizo, cuyo extremo más adentrado en el mar precisamente se llama Cap des Llibrell, tiene una doble altura, la principal es Castellar —llamado por los vecinos del lugar, también puig de ses Torretes— y en el SW, otra de 181,82 m, el puig de Ramon.

El monumento se encuentra sobre un acantilado impresionante directamente sobre el mar. Su mayor cota se eleva hasta los 220,50 m. Las estructuras arquitectónicas del recinto de época púnica se conservan aproximadamente entre la cota antes citada y los 215 m.

Cabe recordar que cala Llonga -nombre, precisamente, derivado del latín longa- era un desembarcadero, profundo y protegido, configurado por el macizo del Cap des Llibrell, a mediodía, y el monte Marina, de 203,59 m al norte.

En el fondo de la cala existen algunos establecimientos rurales de época púnica y romana. Los más cercanos y conocidos, ya que sus necrópolis fueron excavadas por Carles Roman en los años veinte del s XX, son los de Can Vic y Ca na Polla, pero en el mismo entorno existen otros similares, todavía inéditos y poco investigados.

El mismo topónimo de Cap des Llibrell también puede relacionarse con la presencia de cerámica antigua, pero no menos interesante es el hecho de que este macizo montañoso fue lugar de tradiciones legendarias, no exentas de significación.

Una de las más sugestivas narra que en el interior de Es Castellar, antiquísimos pobladores de Ibiza habían excavado sótanos donde refugiarse en caso de una invasión de la isla habían guardado tesoros.

Una de sus chimeneas, precisamente, era la cisterna del recinto arqueológico, o un agujero en la roca que existe a menos de diez metros a levante de las ruinas del santuario.

A juzgar por el vaciado casi total de la cisterna, así como por otros importantes agujeros —siempre hasta el nivel de roca— en diferentes puntos del recinto, como las estancias b, d, o el ángulo sur de la J, es evidente que las ruinas ciertamente fueron objeto de excavaciones importantes.

Se trata de perforaciones irregulares, que resulta difícil no relacionar con la búsqueda de accesos a las legendarias galerías subterráneas. Son antiguas, ya que en el fondo de algunas se documentaron claros indicios de la conocida falsificación de quintas de principios del siglo XIX.

En cuanto a las estructuras arquitectónicas puestas de manifiesto a raíz de las campañas arqueológicas mencionadas, a principios del s XXI se tienen suficientes datos, aunque no definitivos.

Por el lado sur, el conjunto arquitectónico limita con la misma acera del corteserrado, afectada por una progresiva erosión que ha destruido un tramo del monumento difícil de precisar. En el N y en el W, el límite está definido por el gran paramento rectangular de piedras irregulares, construido en el siglo I (muros 1 y 2).

En total, si se incluyen las estructuras romanas, se contabiliza una superficie conservada de apenas 400 m2, con unos ejes máximos de 23,75 y 16,10 m.

Fuentes: (EEiF) Joan Ramon Torres, (AFM)
Imagen superior: Vista del edificio 1 que rodea la cisterna
Foto: balearesantigua.com (Art. de Jose Vicente Gimenez Ribas)


Cap des Llibrell desde Salt d´en Serrà

Cap des Llibrell (II)

Las excavaciones también han permitido distinguir una clara secuencia en los distintos elementos arquitectónicos. Algunos de ellos corresponden a una fase más antigua de construcciones que, a partir del siglo I de la era cristiana, fueron en parte arrasadas y en parte enterradas, pero en cualquier caso, resultaron anuladas completamente para la construcción de un nuevo edificio.

Mientras las excavaciones no concluyan, puede decirse que los muros 11, 12, 13, 15, 16, 18, 19 y 30, que configuran tres aposentos, alineados longitudinalmente y llamados a, b y g, son claramente anteriores al resto. Por su parte, la cisterna, que es justo a poniente del muro 16, fue utilizada en todas las fases constructivas detectadas.

LA FASE PÚNICA DEL RECINTO
La cisterna, elemento vital en la cima inhóspita de este monte, es un corte estrecho y alargado (máximo 2,10 m, por una longitud interior máxima de 7,40 m) en el terreno base, orientado N-NE/S-SW de forma paralela al muro 16, formado por roca caliza gris de gran dureza, lo que propició un acabado relativamente irregular.

Su lado corto S-SW es ​​subsemicircular, mientras que el opuesto es rectilíneo. Las paredes interiores de la cisterna -que fueron revocadas con diferentes capas de mortero de arcilla con pequeñas piedras (grava)- tienen un acabado irregular, con numerosas protuberancias y concavidades.

En su extremo N-NE la parte superior de la cisterna está construida artificialmente con piedras semidesbastadas, de medidas medias o incluso grandes con un mortero de arcilla amarilla y dispuestas en hileras irregulares. Estaba originalmente cubierta con una falsa bóveda, de aproximación de hileras de piedra.

A poniente de la cisterna, los elementos arquitectónicos de esta primera fase identificados son muy escasos. En este sector el muro 21 se orienta E-W y parece acotar transversalmente la cisterna, por la parte S. Una de las caras está revocada con arcilla.

Tal vez se trataba de un sistema artificial de recogida de agua sobre el terreno que alimentaba la cisterna, complementando la que recogerían las azoteas de las estancias a, b y g.

Estas tres estancias están yuxtapuestas, compartiendo paredes medianeras (muros 13 y 18) y alineadas formando un eje de proyección N-NE/S-SW. Se caracterizan por muros de poca anchura, unos 0,50 m, hechos con piedras calizas del lugar poco retocadas y revocadas con mortero de arcilla, desaparecido en su mayor parte.

La estancia b ocupa la parte central y conserva una puerta en su cara de levante. Al sur de la anterior, la habitación g es trapezoidal y mucho más alargada. La estancia fue rota en el siglo I de la era cristiana, a raíz de la construcción del paramento perimetral N del recinto de época imperial romana (muro 2) y es difícil saber su planta y medidas globales. Tal vez esta dependencia sería la única que sobresaliera en longitud hacia el este, forma con el muro 30 una especie de L con relación a las otras dos.

En el este de este grupo de estancias, algunas estructuras romanas (cuerpo J, la escalera con su plataforma, etc.) impiden saber la disposición del espacio en época tardopúnica, al menos hasta que la excavación concluya. Estas estancias tenían sobre la roca -en parte nivelada de irregularidades naturales por tierra o arena- pavimentos de mezcla de cal y arcilla.

La estancia b conservaba parcialmente un pavimento, que estaba cubierto por un estrato de cenizas, y con los muros quemados. Tal vez era un horizonte de destrucción del recinto púnico, que debería situarse en el primer cuarto del siglo I aC, a juzgar por la cronología de la cerámica asociada con el evento.

Los materiales encontrados en las excavaciones del santuario del Cap des Llibrell son muy abundantes, sobre todo los cerámicos, que corresponden a todas las fases de los recintos. Se documentó también alguna moneda, además de escasos fragmentos de terracotas tardopúnicas y un abundante repertorio de fauna doméstica, restos malacológicos, etc.

Se recuperó también un elemento excepcional, un altar, fragmentado de antiguo, que se encontró en los rellenos del siglo I aC de las estancias a y J, junto con materiales no posteriores a los años ochenta antes de Cristo. Esto significa que el altar ya estaba roto antes de ese momento. No se descarta que hubiera sufrido las consecuencias de una violenta destrucción.

Es una placa plana de caliza marmórea, en los laterales tiene molduras con aristas y redondeadas, aunque los elementos más espectaculares son cabezas de león (dos como mínimo) que, con buena técnica, representan la melena, los ojos, la nariz y la lengua fuera de la boca de los felinos.
En la cara superior presenta claras marcas de elementos cortantes, seguramente cuchillos. También el resultado de los análisis de muestras orgánicas recogidas en la epidermis del altar confirmaron la presencia de colesterol y hemoglobina, es decir, de sangre.

Todo esto permite afirmar, casi con plena seguridad, que era un altar de sacrificios. Se trataba de una pieza de importación, quizá fabricada en un taller, por ahora, difícil de precisar, sin embargo, por su buena técnica y estilo, probablemente no púnica, sino más bien helenística.

Fuentes: (EEiF) Joan Ramon Torres, (AFM)
Imagen superior: Cap des Llibrell desde Salt d´en Serrà
Foto: Joan Ramon Torres


Vista del monumento desde levante; en primer término, el cuerpo J y la escalera, ambos de la época altoimperial

Cap des Llibrell (III)

LA FASE ALTOIMPERIAL ROMANA DEL RECINTO
En el transcurso de la primera mitad del siglo I de la era cristiana, tal vez en tiempos de los emperadores Tiberio o Calígula, el santuario púnico sufrió una completa reforma; quizás debido al simple envejecimiento de las estructuras o, como antes se ha apuntado, todavía más probablemente al hecho previo de una destrucción violenta.

Entonces se construyó un gran paramento ciclópeo (muros 1 y 2) de planta aproximadamente rectangular que rodeó y cortó estructuras anteriores, como la estancia a. A su lado de levante, una escalera debía llevar directamente a la entrada del nuevo recinto, habiendo superado el desnivel hasta sus terrazas superiores. La escalera tiene un ancho máximo de 1,68 my 2,43 m de largo conservado y está hecha de escalones de piedras calizas cortadas.

Es interesante el hecho de que por la parte opuesta al acantilado está enmarcada por un cuerpo alto y cuadrado (J) que sobresale. No puede descartarse una función defensiva puesto que se trata de la típica logística de forzar a los eventuales atacantes a exponer su parte más desprotegida, que es la derecha, en la línea de defensa.

En realidad las estructuras de época romana, aparte del muro perimetral y la escalera, han sufrido mucho el paso del tiempo y del hombre para encontrarse en el nivel superior, hasta el punto de presentar no pocas dificultades. interpretación. Es posible que existiera una gran nave rectangular, siguiendo el perfil del paramento perimetral a una distancia de 3,35 m por la parte W, y 4,45 m por la N, y definida por los muros 3/17 y 20, aparte de otros desaparecidos. Todas las dependencias estaban pavimentadas con mortero de cal y grava natural del sitio. Entonces la cisterna continuaba en uso y fue habilitada una canalización de recogida de agua de las azoteas del edificio que pasa por debajo del pavimento de la estancia B, yendo a buscar el punto medial de la cavidad.

Finalmente, hay que fijarse en la existencia de un elemento con muros de gran espesor y solidez, con dos o tres estancias alineadas (C, D, E), pero que se sitúa en posición muy anómala y oblicua en relación con el resto de elementos, no sólo del recinto púnico sino también del romano, antes descritos.

La fase romana, y con ella el mismo santuario, acabó en un momento difícil de precisar debido a que los niveles de abandono/arrasamiento iniciales, pero definitivos, contienen materiales datados entre el siglo III dC y el final del bajo imperio romano. Los datos arqueológicos no son rotundos al explicar si hubo un abandono del santuario en los siglos III o IV dC, seguido de visitas o frecuentaciones hasta aproximadamente los años 425/450 de la era cristiana o si la vida cotidiana siguió normalmente hasta en el momento mencionado.

En cualquier caso, es cierto que las investigaciones no han podido evidenciar ningún elemento, ni de época vándala, ni de época bizantina, cuando el olvido del sitio parece absoluto. Siglos después, algunos fragmentos de cerámica de época musulmana parecen atestiguar nuevas visitas en este lugar, fuera como lugar de atalaya, de aprovechamiento de los recursos del bosque, o de cualquier otra actividad por las investigaciones realizadas difícil de saber.

Después -siempre según los datos histórico-arqueológicos al alcance-, las leyendas, detrás de ellas los buscadores de tesoros, y a continuación el refugio de los falsificadores de moneda de los primeros decenios del siglo XIX, demuestran que ocuparon temporalmente ese lugar.

Lo que ahora hay que retener de la investigación, con independencia de su función de puesto de vigilancia de toda la costa E y SE de Ibiza, que abarcaba en días claros, hasta Formentera, los recintos púnico y romano del Cap des Llibrell fueron también un lugar de culto, es decir, templo o santuario. No sólo la prueba del altar helenístico de sacrificios es contundente, sino que también lo son las características del lugar escogido, lejos de lo normal en establecimientos antiguos de carácter agrícola o marítimo.

El lugar donde los púnicos ubicaron el santuario era —y aún es— majestuoso, la cima de un alto promontorio con un corte errado de más de 220 m de altura, directamente sobre el mar y rodeado de un actualmente espeso bosque natural de Pinus halepensis y Juniperus phoenicea, aparte de la típica vegetación arbustiva de los bosques ibicencos. También es clave el factor de ser un macizo que destaca desde mar adentro.

Por lo que se refiere a su cronología, cabe mencionar la existencia de elementos cerámicos antiguos, del siglo V aC, aunque es desde la segunda mitad del siglo III cuando los elementos vasculares son más frecuentes. ¿Tal vez fue el último tercio del siglo III —durante la segunda guerra púnica?— el momento de construcción de las estructuras a, b y g y de la cisterna, sin descartar algún culto anterior, con o sin elementos artificiales habilitados.

No está claro a qué divinidad tutelar del santuario se sacrificaron, al menos, animales. Faltan elementos epigráficos o un número suficiente de figuraciones en terracota u otro material, pero existen otros elementos de juicio. Uno de ellos reside en la naturaleza del sitio, donde se combinan bosques, un alto promontorio y el mar. El segundo es el altar, cuya iconografía posiblemente no responda a un hecho aleatorio sino buscado. Quizá Tanit, en su aspecto guerrero, podría sintetizar en los s III-II a. con la egipcia Hapsetsut, divinidad de la guerra.

Fuentes: (EEiF) Joan Ramon Torres, (AFM)
Imagen superior: Vista del monumento desde levante; en primer término, el cuerpo J y la escalera, ambos de la época altoimperial
Foto: Joan Ramon Torres



Cap des Llibrell: La escalinata de piedra de origen helenístico

Imagen superior: Cap des Llibrell: La escalinata de piedra de origen helenístico
Foto: balearesantigua.com (Art. de Jose Vicente Gimenez Ribas)


Cap des Llibrell: escalera de acceso al recinto altoimperial

Imagen superior: Cap des Llibrell: escalera de acceso al recinto altoimperial
Foto: (EEiF) Joan Ramon Torres


Cap des Llibrell: la cisterna semioculta

Imagen superior: Cap des Llibrell: la cisterna semioculta
(Art. de Jose Vicente Gimenez Ribas)
Foto: balearesantigua.com



Cap des Llibrell: Mapa de distribución Cap des Llibrell: mapa de distribución - (EEiF) Joan Ramon Torres

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