La Catedral de Ibiza

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Acceso principal  a la plaza de la Catedral

Catedral de Ibiza (I)

Una de las primeras obligaciones que se impusieron los conquistadores cristianos de las Pitiusas fue la fundación de la parroquia de Santa María de Ibiza, de acuerdo con el convenio previo a la conquista, firmado por Guillem de Montgrí , Pedro Portugal— y Nunó Sanç —conde de Rosellón—, en 1234.

La primera diligencia que se habían comprometido a llevar a cabo si conquistaban las islas era la dotación de una parroquia en la villa de Ibiza, dedicada a Dios y a su Madre. Terminada la conquista, lo cumplieron al pie de la letra, y, en la mencionada dotación, firmada en la Ciudad de Mallorca el día 17 de septiembre de 1235, se da por supuesto que existía un templo o un edificio que se destinaba provisionalmente , en el solar donde poco después se levantó el templo que hoy es catedral.

Los datos que dan, al referir la situación de la pavordía, lo señalan bien claro: “Por el juramento que tenemos hecho de dotar bien y honoríficamente a la iglesia de Santa María de Ibiza, asignamos a dicha iglesia y a sus ministros y servidores todas aquellas casas que hay frente a dicha iglesia, hacia poniente, hasta la calle que va a la Almudaina, y por el lado de tramontana colinda con la calle pública que sube a la plaza situada justo delante de la puerta del dicho iglesia”.

A lo largo de siglos, se ha pensado que el primer templo provisional era una mezquita pero esto no está claro del todo. Las excavaciones arqueológicas no lo aseguran y, además, se sabe documentalmente que Nunó Sanç (Nuno) estableció en Pere Bonanat de Barcelona una casa, junto a una plazoleta y una mezquita en la villa Superior, en 1238.
Aunque la fundación de dicha parroquia es inmediata a la conquista, el templo nuevo no podía construirse tan pronto, sobre todo porque la forestación no era cosa de unos días. No parece que hasta el siglo XIV Ibiza tuviera suficientes pobladores para empezar la obra.

El templo inicial coincidía con el ábside actual de la catedral, cuya fisonomía se conserva, junto a la torre, todo de estilo gótico. El edificio se construyó sobre la roca, para lo que tuvieron que derribar el ángulo de gregal de los muros medievales.

En 1435 la parroquia tenía cinco capillas: la de Santa Tecla y San Antonio, en el centro, las de San Jaime y de San Miguel, al lado del mar, y las de San Juan Bautista y San Juan Evangelista y de San Pedro y San Pablo, junto al campanario. A finales del s XV parece que se empezó la nave, y se acabó con la capilla Fonda (1538), a cargo de la familia Francolí .

Dos años antes, seguramente durante la construcción, la villa de Ibiza había recibido uno de los ataques más fuertes desde el mar (1536). El nuevo templo, que fue blanco directo, ya era el que dos años después podía considerarse definitivo. Cabe pensar que la construcción del baluarte de Santa Tecla de los muros renacentistas pudo dejar momentáneamente el lugar más expuesto a posibles ataques, en un tiempo en el que se producían las incursiones de los enemigos por las islas.

Aunque las esperadas murallas, que debían sustituir a las medievales, ya empezaban a construirse, en la villa había más miedo que nunca. Así lo señala un muro que los presbíteros de la parroquial mandaron construir entre el campanario y la sala de los Jurados, en 1558. En 1577, todo seguía bien, sin sospechas del desastre que se acercaba.

Los grandes movimientos de tierra de las murallas nuevas, empezadas justo al lado del ábside y continuadas por el lado del mar, seguramente fueron haciendo que, poco a poco, los muros maestros y la bóveda de la nave, no tan consistentes como la primera parte, sufrieran movimientos, debido a los peligrosos grietas que, a finales del s. XVII permitían que el agua de lluvia cayera dentro de la nave, de lo cual sólo se echaba la culpa a las tejas de la cubierta. Nadie podía pensar en ningún daño más grave.

El obispo Josep de Móra, visitador por el arzobispo, encontró la cubierta tan estropeada que permitía que mucha agua de lluvia cayera dentro de la nave, por lo que mandó que antes de cuatro meses se empezara la obra para abonar la azotea y remediar la “indecente” caída de agua. Seguramente que, al querer llevar a cabo lo necesario y urgente, pudieran darse cuenta de que el mal no era sólo de las tejas y las azoteas, sino también de la propia bóveda y de los muros, y así el mal era mucho más serio de lo que parecía visto desde abajo.

Hechos algunos abonos provisionales en el plazo de cuatro meses, se pudo llegar a la conclusión de que debía cambiarse toda la vuelta y buena parte de los muros. Y como las construcciones góticas no eran gratas a las corrientes arquitectónicas del siglo XVIII, optaron por cambiar la figura exterior del templo, rehaciendo totalmente la nave. Los jurados de la Universidad, como patronos de la parroquial, en 1707 ya trataban en consejo el tema de las obras que se creían necesarias: “La Iglesia parroquial que está muy derruida y se necesita rehedificarla”.

En 1710 volvían a hacerse eco del tema, pero todavía tuvieron que pasar dos años más, seguramente por falta de caudales, hasta que concretaron las obras que no admitían espera, en 1712: “Capítulos de la obra a realizar en la rehedificación de la Iglesia de Santa María la Mayor de Yviza. Tienen que arrancar las pilastras de fundamento con seguridad de toda la Iglesia, según Arte (...) Se deben levantar las paredes rodando toda la Iglesia por dentro y fuera”.

Poco después, sin que conste ningún tipo de subasta pública, el día 11 de noviembre de 1712, se encuentra la firma del contrato de las obras. Estaba previsto que duraran dos años y medio, con un presupuesto de 2.800 pesos de plata. Los jurados llevarían a pie de obra la mayor parte de los materiales y los maestros de obras se encargarían de todo lo demás, hasta que la obra permaneciera perfectamente terminada: “Pactos y ajuste hechos y firmados entre partes, de una los Magnífichs Joan Marcellès, Jurado jefe, Basilio Balansat, Jurado segundo de mano mayor, Joan Magraner, Jurado tercero de mano media, y de otra parte los maestros Pere Ferro y Jaume Espinosa, obreros de Vila”.

A pesar de la duración fijada para las obras de reconstrucción de la nave, y sabiendo que en 1715 ya se hacía trabajo, no quedó terminada hasta el año 1728. Cuando vendió personalmente el arzobispo Manuel de Samaniego y Jaca (1726), no por la reconstrucción de la parroquia, sino por ver cómo se daba solución a las necesidades de los numerosos ibicencos que vivían demasiado alejados de los templos rurales, visitó en primer lugar la parroquial y dejó constancia de que ya se habían acabado los muros del templo y de las capillas, pero que de éstas había siete fuera de todo uso, y que el alicatado iba muy avanzado gracias a las obras que se habían hecho.

Externamente, la iglesia parroquial cuando fue convertida en catedral por Pío VI, al erigir la sede episcopal de Ibiza (1782) debió de tener un aspecto parecido al de hoy.

Desde entonces es la catedral de Santa María y la diócesis debía ser para siempre sufragánea de Tarragona, de la que antes, cuando era Santa María de Ibiza formaba parte: “Instituimos la iglesia parroquial de la isla de Ibiza en Iglesia Catedral, que deberá llamarse de Santa Maria. Y la villa de Ibiza, declarada ya ciudad, queda constituida en sede episcopal de Ibiza. Y la diócesis, así erigida y constituida, será para siempre sufragánea del arzobispo de Tarragona”.

En 1784 la iglesia catedral se consideraba nueva, terminada en 1728. Naturalmente, sólo se hacía referencia a la reconstrucción de la nave. También consta que entonces la población de la ciudad de Ibiza era de 2.890 personas, que formaban 707 familias, en Dalt Vila, 203, y en la Marina, 504.

Unos años después, se empezaron trabajos de reforma interiores del templo catedral. Se hizo crecer el presbiterio y el corazón se trasladó, desde el centro de la nave, detrás del altar mayor. No se dejó pasar la ocasión para recordar que el templo era un conjunto abonado, porque en la parte más antigua, muy sólida, se había añadido la nave, de materiales menos sólidos.

Hay que hacer presente que, en nuestros días, la mencionada parte más antigua, es decir, las cinco capillas del ábside, salvo la central, fueron devueltas, en la medida de lo posible, a su estado primitivo. Fueron picadas las piedras, y así han recobrado su aspecto inicial, al haberles quitado toda la mezcla encalada que las cubría, seguramente desde la reconstrucción de la nave del s. XVIII.

La sacristía, considerada en el s. XVI la mejor pieza de la tierra, a la que se entra por una bella puerta gótica que da a la capilla de Sant Miquel, consta que se derribó por la construcción de las murallas renacentistas, pero poco después de 1564 fue reedificada con las mismas piedras de antes.

Entre las obras de arte más antiguas y valiosas de la catedral de Santa María hay que mencionar dos tablas góticas de san Antonio y santa Tecla, de Francisco Comes (s XIV), una custodia gótica grande y muy hermosa de plata dorada , de Francesc Martí (1399), dos tablas góticas del siglo XV de San Jaime y San Maciá, de Valentín Montoliu (?), la Santa Generación, del maestro de Calvià (1515-1520), el retablo de San Gregorio y las Almas , de origen valenciano o genovés (s XVI), una imagen en relieve de la Virgen del Rosario, anónimo, del s XVI/XVII. [JMC]

La antigua parroquia de Santa María fue creada después de la conquista catalana de Ibiza de 1235. El documento de dotación de la iglesia, fechado el 15 de septiembre de 1235, define el emplazamiento del edificio, frente al cual se encuentra hay una plaza, frente a la puerta de la iglesia, y la situación de las casas dadas en la parroquia para instalar la pavordía; el lugar quedaba en el primer recinto amurallado de la ciudad.

Del primitivo edificio J. M. Quadrado dice que fue construido por Montgrí y ampliado progresivamente. I. Macabich, basándose en el corto espacio de tiempo que transcurrió entre la conquista (8 de agosto) y el documento de dotación (15 de septiembre), opina que no había tiempo suficiente para la construcción de una nueva iglesia, y dice que se reutilizó un edificio existente, quizás una mezquita. Otros autores inciden en esta opinión, aunque no se han hallado restos arqueológicos ni documentales suficientes para confirmarla.

Las recientes excavaciones realizadas en el subsuelo de la catedral han permitido documentar niveles de ocupación en la época antigua e islámica, y respecto a esta última se ha comprobado la existencia bajo la nave de una edificación musulmana, construida a finales del s XII. En el transcurso de los s XIII y XIV, los textos a veces mencionan la iglesia haciendo referencia a beneficios (año 1291), a las lámparas del altar mayor (año 1304), a ornamentos (año 1314), etc.

También en esta época llegaron a la isla vicarios episcopales comisionados por el arzobispado de Tarragona, diócesis de la que dependió la parroquia de Santa Maria hasta la creación del obispado en 1782. A pesar de la documentación que dejaron los primeros visitadores no se encuentra ningún testimonio relevante que haga referencia a la configuración del templo, ni siquiera se alude a las importantes obras realizadas a mediados del siglo XIV para ampliar la iglesia.

En estas fechas, tanto en Cataluña como en Baleares se construyeron algunos templos de estilo gótico con capillas absidales similares a la cabecera del templo de Ibiza, como son la iglesia de Santa Cruz y la de Sant Jaume ambas en Ciutat de Mallorca. El documento donde se describe con más detalles el edificio religioso es de 1392 y corresponde a la visita de Juan de la Mata. En su informe de la parroquia enumera cinco altares consagrados a San Jaime, San Miguel, San Juan Bautista y San Juan Evangelista, San Pedro y San Pablo y, finalmente, uno dedicado a San Antonio y Santa Tecla, que debió estar en la capilla a la que hace referencia el testamento de Ponç Sacoma fechado en 1388. Los otros altares debieron estar colocados en las capillas absidales góticas.

En cuanto a la torre del campanario, aparece mencionada por primera vez en 1403, por Ruy González de Clavijo.

En las sucesivas visitas, de Berenguer Prats en 1423, y de Lluís Palanca en 1435, se hace referencia a las mismas capillas con iguales advocaciones y se mencionan, curiosamente, por el mismo orden que lo hacía Juan de la Mata. La única novedad consiste en la mención de un altar votivo dedicado a la Santísima Trinidad, quizás ubicado al final de la nave. El resto de visitas episcopales del s XV, en 1410 de Juan de Cescastels y en 1490 de Dionisio Verdú, no aportan nuevos datos sobre la configuración del templo.

EEiF (Enciclopèdia d'Eivissa i Formentera)
Rosa Gurrea Barricarte [RGB], Juan Marí Cardona [JMC], Ángeles Martín Parrilla [AMP]
Acceso principal a la plaza de la Catedral
Foto: Ajuntament d'Eivissa

Nave central de la Catedral de Ibiza

Catedral de Ibiza (II)

En el s. XVI se produjeron cambios y remodelaciones en la iglesia, de los cuales no se conoce ningún documento que aluda explícitamente a las obras. Se sabe, gracias al relato de la visita episcopal de Miguel Juan de Ossó, hecha en 1577, que el templo disponía de doce capillas, distribuidas en la cabecera, conocidas con anterioridad, y otras nuevas situadas a ambos lados de la nave. En el transcurso del siglo ya aparecen noticias sobre alguna de estas últimas capillas, concretamente en 1501 se hace mención de la “capilla de la Rosa”, en 1538 de la de San Gregorio o de las Almas, y en 1552 de la dedicada a la Virgen de los Dolores. También se llevaron a cabo modificaciones en la sacristía a lo largo de esta centuria.

Del s. XVII, existen noticias indicativas del mal estado del edificio, que afectaba sobre todo a su cubierta y al pavimento, lo que comportó la contratación de las obras de reforma que se llevaron a cabo en los primeros años del s. XVIII, y también en esta época se producen cambios en los nombres y usos de las capillas.

El 1782 es el año de la bula papal por la que se concedió el obispado a la ciudad de Ibiza; la iglesia de Santa Maria adquiere así el rango de catedral. El 5 de febrero de 1784 tomó posesión de su cargo el primer obispo de la diócesis, Manuel Abad y Lasierra, que encabezó la diócesis hasta 1787, a pesar de que la catedral no sería consagrada hasta el año 1817, por el obispo Felipe González Abarca .

Con la muerte del obispo Basilio Antonio Carrasco Hernando, desaparece la sede episcopal de Ibiza y Formentera y es anexionada a la diócesis de Mallorca, según consta en el concordato firmado en 1851, aunque esto no se llegó a llevar a cabo sino que se mantuvo como su vacante. Desde ese momento la iglesia pitiusa sería regida por gobernadores eclesiásticos o vicarios capitulares.

En 1927 se restauró la diócesis como administración apostólica y ya en 1949 se recuperó la sede episcopal con el obispo Antoni Cardona Riera.

A lo largo de los siglos XIX y XX la catedral no sufrió grandes cambios, salvo reformas concretas, que afectaron sobre todo al interior del edificio; se conservó en líneas generales el mismo aspecto que tiene en la actualidad.

Este edificio es el resultado de diversas ampliaciones y remodelaciones de la primitiva construcción, aunque se han diferenciado en ella diversas fases constructivas que modificaron la amplitud y la capacidad del templo, además de los cambios de estilo y ornamentales que se produjeron en cada una de las intervenciones.

A) FASE PREGÓTICA
Se considera la etapa que va de 1235, fecha de la conquista catalana de Ibiza, hasta la ampliación del templo en la segunda mitad del siglo XIV (fase gótica). El edificio existente en esta fase es difícilmente identificable. Tan sólo ha sido constatado arqueológicamente, ya que los documentos de la época sólo aluden a su existencia, pero ninguno describe sus características; el único dato que se tiene es una puerta que da a la plaza. El muro de ese lado es el mejor documentado; en los sondeos hechos en las capillas de la banda del campanario, se ha encontrado su parte inferior, construida con una doble hilada de piedra caliza y rellena de argamasa; tiene 1,50 m de anchura y descansa directamente en la roca. Aparece en las capillas de Sant Antoni, Sant Ciriac y en la actual entrada del templo, lo que conlleva una longitud mínima del edificio de 18 m. Coincidiendo con los muros laterales de las capillas, se localizaron tres contrafuertes trabados con el muro mencionado, hechos de sillares de piedra caliza, y separados unos de otros por 3,40 m, uno de ellos todavía se puede ver en la pared oeste del vestíbulo de entrada a la torre; éste se diferencia claramente de la construcción de la capilla de Sant Antoni hecha en la fase gótica, con sillares de piedra arenisca. Del resto del edificio sólo se ha documentado un tramo, muy arrasado, del otro muro longitudinal, en la capilla de Sant Josep, lo que permite conocer la anchura de la iglesia antigua, que era de 13, 50 m. No se ha encontrado ningún resto de los muros transversales ni de los pavimentos, sin duda a causa de las grandes reformas efectuadas en las fases posteriores. A esta edificación se adosaría el ábside gótico y todo ello se convertiría en la nave gótica del templo.

B) FASE GÓTICA
De esta fase se han conservado el ábside y las cinco capillas que le rodean. Para ello fue necesario sobremontar la fortificación medieval que cerraba el recinto superior de la ciudad islámica, de la que se conserva bajo el presbiterio un tramo de la muralla y parte de una torre. Cuando se edificó la cabecera de la iglesia se levantó un sólido basamento, de trazado poligonal, avanzando algunos metros extramuros, y llenando el espacio interior hasta cubrir completamente la fortificación medieval. Sobre este cimiento se construyó el ábside con las capillas. Desde entonces el paramento exterior del ábside formará parte de la fortificación hasta la construcción del baluarte de Santa Tecla a mediados del s. XVI; esto da al edificio un carácter fortificado.

En el interior, las capillas están cubiertas con bóvedas de crucería y se abren al ábside mediante arcos ojivales, los cuales se conservan en la capilla central, hoy encalada, y en sus dos laterales. Las otras dos capillas todavía presentan arcos de medio punto colocados en la reforma hecha en el s XVIII.

Los antiguos nombres de las capillas se han recuperado después de la restauración de 1975, cuando aparecieron las representaciones de los santos a los que se habían dedicado inicialmente, esculpidas en las llaves de las bóvedas. En esta fecha también se restauraron las ventanas de todas las capillas y se limpiaron los paramentos de sillares de piedra, al tiempo que se recuperaron las hornacinas de las capillas de Sant Jaume y Sant Pere y Sant Pau, algunas enmarcadas por arcadas y frisos decorados con motivos vegetales. Con esta intervención se dejaron visibles varios elementos ornamentales góticos, como son las pilastras molduradas y los capiteles decorados con relieves figurados.

La cubierta actual del ábside no es el original de época gótica, de ésta quedó tan sólo la traza de un arco formero y una falsa ventana, correspondiente a la bóveda, que se puede ver en el exterior del muro sur de la torre, en el cuerpo intermedio. Todo esto indica que la cubierta gótica fue más alta que la que hoy tiene la catedral. Según informaciones que aporta M. Villangómez, hace algunos años todavía se conservaba, en la azotea de las capillas, la base de los contrafuertes exteriores que servían de apoyo a la bóveda original, entre los que debieron abrirse los ventanales, de los que queda como a único testigo la falsa ventana antes mencionada.

La torre del campanario es de planta trapezoidal irregular, y no aparece adosada al templo, como es habitual, sino que se superpone a la primera capilla del ábside del lado del Evangelio y también ocupa la parte contigua para colocarla escalera que accede al campanario. Al margen de la capilla de San Pedro y San Pablo, que constituye el cuerpo inferior, hay otros dos cuerpos, todos ellos definidos por cornisas; sobre la ventana de la capilla hay un friso de arcos ciegos interrumpido en el centro del lienzo por un reloj grabado en el paramento, y sobre éste, en el segundo cuerpo, existe un reloj moderno. El tercer y último tramo tiene una doble hilada de tres ventanas ojivales separada por una cornisa; éstas no se encuentran centradas en el muro, ya que queda un espacio cerrado detrás, en el que se encuentra la escalera que sube al campanario. La torre aparece coronada por una cubierta piramidal de aristas dentadas. A la torre se accedía directamente desde la plaza que hay frente a la iglesia, por una pequeña puerta abierta al extremo sur del muro, en el que, aunque en la esquina de la plaza, todavía se puede ver parte de 'un medallón figurado; el resto está escondido por el muro de la fachada norte.

El campanario está ubicado en el tercer piso de la torre, y los documentos hablan en varias ocasiones. La primera referencia es del visitador Berenguer Prats, en 1423; se sabe que una de las dos campanas actuales es del año 1680 por la fecha que lleva grabada.

El conjunto absidal se suma a la construcción preexistente, que se convierte en la nave del templo; los cambios y reestructuraciones del edificio en fechas posteriores provocaron la desaparición casi total de los elementos góticos. La nave debió tener una longitud tal vez similar a la actual: de ancho, sería ligeramente superior, como se ha podido comprobar por las excavaciones arqueológicas, al descubrir, escondidos por los pilares que separan las capillas, elementos arquitectónicos de estilo gótico. Se trata de la parte inferior de pilastras decoradas con columnas, más anchas en la base que en el resto, cortadas en piedra arenisca. Éstas se encontraron en las capillas de San Antonio y San Pedro, del lado del Evangelio, y en las de la Soledad, del Corazón de Jesús y de la Virgen del Rosario, del lado de la Epístola. La bóveda de la nave tal vez era más alta que la actual, si se tiene en cuenta la presencia del tramo de un arco formero adosado a la pared posterior de la torre del campanario, colocado a continuación de lo que debía formar parte de la bóveda del ábside; también se puede ver la pilastra en la que descansan ambos.

La primera capilla que surge en la nave estaba dedicada a San Antonio y Santa Tecla y fue construida en la segunda mitad del s XIV por iniciativa de Ponç Sacoma, tal y como figura en una carta de 1388 que envió al arzobispo de Tarragona. Esta capilla se ha podido identificar con la actual de San Antonio, primera de la nave junto al Evangelio, ante la que estaba la trona. Los datos arqueológicos confirman la descripción que se hace en el documento: la capilla se construye con sillares de piedra arenisca muy bien cortados y se añade al exterior del templo gótico, próxima a la torre del campanario. Desde su construcción se comunicó con el interior de la iglesia, por lo que fue necesario abrir un espacio en el muro de la nave.

Otro espacio abierto en la nave es el situado en la actual capilla del Roser; los trabajos arqueológicos descubrieron una pilastra, en el extremo del muro este, de planta cuadrangular, decorada con anchas canaletas en tres de los lados, de los cuales uno daba a la nave y otros al espacio interior. El nivel del suelo de esta dependencia estaba por encima de la actual a juzgar por los paramentos de sillares de piedra arenisca y la finalización de la pilastra, que quedaban 0,50 m por encima del alicatado actual, y en el muro oeste abría una ventana adovelada con molduras redondeadas en las ramas.

La sacristía del templo gótico estuvo situada en el espacio donde actualmente se encuentran las dos primeras capillas de la nave, del lado de la Epístola, las dedicadas a la Virgen de la Soledad y el Corazón de Jesús. De ésta, se conservan algunos elementos constructivos y ornamentales, y en la pared oeste de la antesagristia se puede ver la traza de un arco apuntado sobre la puerta de entrada a la capilla de la Soledad, y sobre éste quedó un círculo cortado en el paramento donde debió estar situado, originalmente, el carillón. Otros elementos a destacar son un capitel y parte de un arco de la bóveda de crucería del interior de la sacristía encontrado en la parte que corresponde a la capilla del Corazón de Jesús, y la base de una pilastra decorada conservada en el muro que separa las dos primeras capillas de la nave junto a la Epístola. I. Macabich alude a un documento del principio del s XV que menciona “la portillo del corazón” que daba al exterior; ésta debe ser la que existe en el muro frontal de la capilla de San Miguel, por la que hoy se pasa a la sacristía construida, seguramente en el s. XVI, en el exterior del templo.

LOS ENTIERROS EN EL TEMPLO
La primera noticia documental conservada referente a esta práctica es del año 1419, cuando los jurados de la Universidad aseguraban que desde tiempo inmemorial autorizaban los entierros en la iglesia y por las dispensas de estos servicios cobraban una cantidad de dinero. J. M. Quadrado habla de cinco lápidas funerarias que, en el s. XIX, estaban colocadas en el suelo del templo; en el centro de la nave estaba la lápida del alcalde Antoni Arabí, fechada en 1437. De 1460 es la sepultura de la familia Balansat, al pie de la tarima del Ayuntamiento. Dentro de la capilla de Sant Pere se encuentra la lápida de los Francolins, con la fecha de 1538, y a los pies de la nave, frente al baptisterio, se encuentra la de los Llobet, datada en 1567. Finalmente, la losa realizada en mármol blanco donde aparece una leyenda del año 1638 pertenecía a los Jovers; todas ellas todavía se conservan en estos momentos.

Las capillas laterales de la nave acogieron entierros desde su construcción, y en 1552 se celebró una misa de aniversario por los muertos enterrados en la capilla de los Dolores.
En su interior estaba el sepulcro de los Nicolás desde 1577. Allí mismo se llevó a cabo también el entierro de Joana Ametller, en 1685. Otro documento informa que el médico Antoni Carreres en 1680 hizo construir una sepultura frente a la capilla de San Antonio.

EEiF (Enciclopèdia d'Eivissa i Formentera)
Rosa Gurrea Barricarte [RGB], Juan Marí Cardona [JMC], Ángeles Martín Parrilla [AMP]
Nave central de la Catedral de Ibiza
Foto: Ajuntament d'Eivissa

Catedral de Ibiza. Exterior del ábside, de estilo gótico

Catedral de Ibiza (III)

A principios del s. XVIII, durante las obras de reparación de la iglesia, debió construirse la mayor parte de las criptas y fosas localizadas en el templo, cuya información se recoge en el relato de la visita del obispo Manuel de Samaniego en 1726, donde se mencionan dos sepulcros situados junto al fregadero bautismal, en los que ordena depositar la tierra y los huesos extraídos del cementerio anexo al templo.

Además de las criptas, en la nave hubo varias fosas comunes que aparecen mencionadas en varias ocasiones. Juan Lario, en 1760, hace referencia al mal estado de la losa de cierre de una de estas sepulturas, localizada al pie de las gradas del presbiterio antes de que éste fuera ampliado a principios del siglo XIX. Posteriormente, en 1784, en el informe realizado por Nicolau Planells se alude a tres fosas comunes bajo el pavimento de la iglesia, las mismas que encontró el primer obispo, Manuel Abad y Lasierra. Éste también menciona doce criptas en las capillas y en la nave, que se utilizaban de forma indiscriminada y quedaban generalmente mal tapadas, lo que provocaba mal olor en la iglesia. En 1784 adquirió el derecho de sepultura Pere Antoni Llobet, cuya cripta está situada a la derecha de la puerta principal. Al final del obispado de Abad y Lasierra, una real cédula del año 1787 prohíbe que se practiquen entierros en el interior del templo, salvo los de algunos personajes ilustres. Esta orden puso fin al desorden existente en los períodos precedentes, cuando se producían inhumaciones masivas, provocando un ambiente corrompido dentro de la catedral.

Los últimos entierros efectuados en el templo han sido el del obispo Basilio Carrasco en 1852, bajo el presbiterio, el de víctimas de la Guerra Civil española, inhumadas en una fosa común al pie de la nave, y, finalmente, el del obispo Antoni Cardona Riera en la capilla de la Virgen del Rosario, en 1961.

C) FASE RENACENTISTA
En la segunda mitad del s XV el estado del edificio debió de ser malo como se deduce de la carta que Alfonso el Magnánimo dirigió al Arzobispo de Tarragona en 1454, en la que alude a las deficiencias económicas de la parroquia y el deterioro de la iglesia que necesitaba reparaciones urgentes.

Durante el s. XVI las fuentes escritas documentan la existencia de nuevas capillas en la nave; del lado de la Epístola se menciona, en 1501, la capilla de la Virgen del Rosario; en 1536, la de San Martín y San Bartolomé; en 1538 se bendice la de San Gregorio o de las Almas, y en 1552 aparece mencionada la de la Virgen de los Dolores; de las capillas del lado del Evangelio, exceptuando la de San Antonio, no hay ninguna noticia hasta 1577. Sin embargo, en el documento de 1536 se menciona la puerta nueva de la iglesia, que quizás ocupaba el mismo espacio que la actual, lo que es un indicio de la ampliación de la nave por este lado. Estos testigos constatan la reforma del templo llevada a cabo en el s. XVI, sin descartar que algunas obras fueran iniciadas en la centuria anterior.

Para confirmar arqueológicamente estas reformas se realizaron sondeos en los muros y pilastras de las capillas con el fin de documentar los aspectos constructivos de la obra. Las capillas del lado del campanario se hicieron a continuación de la de San Antonio, prolongando el muro exterior hasta el testero; los muros mediadores de las capillas se construyeron alargando los contrafuertes exteriores del edificio pregótico, como se ha podido comprobar en las paredes de las capillas de Sant Pere y de Sant Ciriac. Estos muros, en la nave, acaban haciendo pilastras de planta en forma de “T”, todas de formato similar, que se conservan escondidas por los elementos decorativos añadidos en el s XVIII. Junto a la sacristía gótica, las nuevas capillas se construyeron partiendo del muro oeste de la capilla de la Virgen del Rosario; por eso tienen menos profundidad que las tres primeras, y se dividen siguiendo la misma línea transversal que las anteriores. La ampliación está hecha con mampostería de piedra caliza irregular trabada con argamasa de color ocre amarillento y se diferencia notablemente de los espacios de época gótica, en los que se utilizan generalmente los sillares de piedra arenisca en el alzado de los muros. Las pilastras se construyen con piedra arenisca utilizando piezas de talla irregular y, en algunos casos, reaprovechando elementos anteriores. Estas características constructivas se han documentado en todas las capillas sondeadas. Queda por definir la bóveda y cómo se abre a la nave, pero cabe suponer que no debía de ser muy diferente a la que todavía se conserva, con bóvedas rebajadas y arcos de medio punto.

En general, se observa una obra unitaria, a juzgar por las características constructivas y la estructuración de los espacios siguiendo un esquema regular; todo esto indica que la reforma debió hacerse al mismo tiempo. La fecha de la obra puede situarse en la primera mitad del s. XVI y durante la reforma se trasladó la sacristía gótica a una nueva edificación adosada al exterior de la capilla de Sant Miquel. El espacio antiguo se divide en dos capillas, las actuales de la Soledad y del Corazón de Jesús. En el documento del ataque a la iglesia de 1536 también se menciona el “baluarte de la portezuela de la iglesia”, lo que indicaría que la portezuela todavía daría al exterior; sin duda ésta se abría en el muro frontal de la capilla de San Miguel, en el mismo lugar que el actual acceso a la sacristía y debió construirse entre 1536 y 1552, fecha en que se documenta la capilla de la Madre de Dios de los Dolores, hoy de la Soledad. La puerta de acceso a la sacristía está definida por un arco apuntado decorado con molduras y relieves figurados; estos elementos pertenecen, por su estilo, a la fase anterior y debieron ser reutilizados cuando se hizo el traslado de la sacristía al nuevo emplazamiento. La antigua entrada, situada en el muro oeste de la capilla de Sant Miquel, se modifica y se convierte en una puerta con dintel, friso y cornisa, flanqueada por pilastras redondas y capiteles de estilo jónico, que hoy comunica con la capilla de la Soledad.

Cuando se construían las murallas renacentistas y concretamente la parte entre el baluarte de Santa Tecla y el de Sant Bernat, debió derribarse la sacristía, recientemente construida en el exterior del templo y en 1564 aún no se había reconstruido, ya que un beneficiario de la parroquia la solicita a cuenta de los bienes reales. En 1577, Juan de Ossó informa del buen estado de la sacristía y que tan sólo necesitaban reparación los canales que llevaban el agua a la cisterna situada en el subsuelo.

D) FASE MODERNA
A finales del s XVII el estado de la iglesia debía ser bastante malo, tal y como se relata en el informe de la visita del obispo Josep Móra, en 1691, que encuentra la cubierta en tan mal estado que había goteados dentro del templo y el pavimento deteriorado por los continuos entierros que se practicaban en su interior. Esta situación hizo que los jurados de la Universidad, en 1712, contrataran a los maestros de obras Pere Ferro y Jaume Espinosa para rehabilitar la iglesia. Los trabajos finalizaron en 1728 y, además de abonar las partes dañadas, se uniformó la ornamentación, con el estilo barroco de la época que todavía se conserva. Las obras se detallan en el contrato transcrito en el Libro de Juraría de 1712-1713, el cual especifica que se debe rehacer la cubierta y el muro exterior de toda la iglesia, sin embargo no se han encontrado indicios arqueológicos para asegurar que se volvieran a construir las fachadas exteriores y los muros mediadores de las capillas de la nave. Éstas se unifican en cuanto a profundidad y nivel del suelo, por lo que las de la banda del campanario se alargaron retocando el muro antiguo; esta ampliación se evidencia en las paredes interior y exterior de la capilla de Sant Antoni, donde se pueden ver los muros de sillares de piedra arenisca y el tramo final realizado con mampostería irregular de piedra; en el exterior se ha conservado, dentro del vestíbulo de la torre, la esquina original achaflanada de la capilla gótica, al que se le adosa el muro exterior que se prolongará y se adosará a la torre. En las dos primeras capillas del lado de la sacristía, se construyó una mediada para acortarlas, puesto que eran más profundas que el resto. En la capilla de la Virgen del Rosario se rebajó el suelo casi 0,50 m para unificar su nivel con el del resto del templo, en el que se puso un nuevo alicatado. Finalmente, se sabe que se amplió considerablemente la capilla de San Gregorio o de las Almas o capilla Fonda.

Los trabajos de ornamentación de la iglesia afectaron fundamentalmente al interior, donde se unificó el estilo decorativo: en la nave se colocó un añadido a las pilastras existentes, que tienen la base de orden compuesto, y arriba pseudocapiteles de hojas de acanto y volutas, sobre las que se desarrolla un arquitrabe, un friso y una cornisa que hacen de descanso para la bóveda de cañón de 6 tramos. A la altura de la imposta de los arcos de medio punto se puso una cornisa con molduras que continúan por las paredes laterales de las capillas; por encima de las llaves se hicieron unos lunetos con motivos religiosos pintados. En el ábside se modificaron los arcos góticos y se convirtieron en arcos de medio punto, de modo que tan sólo se respetó el de la capilla central donde estaba situado el altar mayor. Por lo que respecta al exterior, se decoró la puerta principal, con elementos neoclásicos; sobre el arco hay una hornacina con la imagen de santa María, que se colocó en 1956. En el documento mencionado, también se detalla cómo debía hacerse el corazón en la nave, en el mismo lugar donde estaba, con una escalera de acceso, cubierto con una bóveda de arista, y con un pasillo que debía comunicarse con el archivo que debía hacerse sobre la sacristía. Éste no debió llegar a construirse, ya que en 1726 Manuel de Samaniego recoge las desavenencias por el lugar preferente del corazón, aludiendo también a que durante las obras se habían puesto unos bancos provisionales en la nave. Más tarde, en 1760, el visitador Juan Lario lo encontró en el presbiterio, junto a la Epístola, y el obispo Abad y Lasierra, en 1787, mandó que se acomodara en la nave tal y como aparece en un plano del iglesia datado el mismo año. En 1728 debieron finalizar las obras, año que aporta el informe del regente Nicolau Planells, redactado para el primer obispo de la entonces recién creada diócesis de Ibiza.

Pero en 1784 el edificio todavía presentaba problemas estructurales, tal y como describe Manuel Abad y Lasierra, que solicitó al gobernador la retirada de los montes de tierra adosados ​​a los muros exteriores, que provocaban humedades perjudiciales para la estructura del templo; estas obras se iniciaron a continuación y en su transcurso se abrió la calle de la Universidad. En el interior, mandó eliminar dos capillas para fortalecer el muro del testero. Por otra parte, también encontró en mal estado la cubierta y mandó abonar el tejado.

E) FASE CONTEMPORÁNEA
Después del s XVIII la catedral sufrió pocos cambios en su fisonomía. Las obras más importantes de esta época fueron la modificación del presbiterio y el traslado del corazón, que se realizaron en 1803 y comportaban la elevación y ampliación del presbiterio, que ahora llegaría hasta las dos primeras capillas de la nave, y el altar mayor, situado en la capilla central del ábside, se ubicó en medio del presbiterio; el corazón se colocó detrás del altar, en la capilla central. La cátedra episcopal tiene la fecha de 1809 y fue realizada antes que el resto de la sillería, que no se completó hasta diez años después.

La catedral fue consagrada en 1817 por el obispo Felipe González Abarca. Son testigos de este acto las cruces inscritas en círculos, pintadas en las pilastras de la nave. El propio obispo inauguró en 1819 el templete del altar mayor, obra del maestro mallorquín Adrià Ferran, e hizo poner una reja de hierro en el presbiterio. La sala capitular se construyó en 1797 por el maestro Joan Costa, pero en 1864 cayó la bóveda y tuvo que reedificarse de nuevo. En la sacristía renacentista también surgieron problemas estructurales y se volvió a construir en 1806.

En el s. XX se restauró la capilla Fonda, en 1934, por encargo de Mercè Wallis. Durante la Guerra Civil Española, algunas bombas causaron desperfectos en la catedral, particularmente en el tejado y en el interior. Las reparaciones se inician en 1939; el templete con la imagen de santa María del altar mayor, que quedó prácticamente destruido, fue restaurado en 1940 con las mismas características de antes; en 1945 se colocó el órgano que hay hoy a los pies de la nave, sustituyendo a otro anterior. En 1949 volvió a abonarse la capilla Fonda, que había quedado afectada por la guerra, y en esta ocasión se le puso un zócalo de mármol y un nuevo retablo. Al año siguiente se pavimentó todo el templo, la sacristía y la sala capitular.

Los cambios más interesantes del templo se produjeron en 1975, cuando se recuperaron los elementos góticos del ábside, concretamente las ventanas ojivales de las capillas, los paramentos y elementos ornamentales interiores, bóvedas de crucería y los arcos apuntados que dan al presbiterio de las capillas de San Juan Bautista y San Juan Evangelista y la de San Jaime.

Finalmente, en los años 1988 y 1992 se realizaron dos intervenciones destinadas a corregir los problemas estructurales del edificio al tiempo que se realizaron excavaciones arqueológicas para documentar aspectos constructivos e históricos de la catedral.

EEiF (Enciclopèdia d'Eivissa i Formentera)
Rosa Gurrea Barricarte [RGB], Juan Marí Cardona [JMC], Ángeles Martín Parrilla [AMP]
Catedral de Ibiza. Exterior del ábside, de estilo gótico
Foto: Joan Ramon Torres / Rosa Gurrea Barricarte


Pared norte del campanario; la torre se levanta sobre la capilla de Sant Pere i Sant Pau

Pared norte del campanario; la torre se levanta sobre la capilla de Sant Pere i Sant Pau
Foto: Rosa Gurrea Barricarte / Joan Ramon Torres

Vista de la Catedral desde la parte sur

Vista de la Catedral desde la parte sur
Foto: Varios red

Puerta de entrada a la Catedral

Puerta de entrada a la Catedral
Foto: Joan Ramon Torres / Rosa Gurrea Barricarte


La Catedral de Santa María, en la parte alta de Dalt Vila

La Catedral de Santa María, en la parte alta de Dalt Vila
Foto: Ajuntament d'Eivissa

Vista de las murallas y Catedral a la entrada del Puerto de Ibiza

Murallas y Catedral desde la entrada al Puerto de Ibiza
Foto: IbizaTravel

Vista de la Catedral

Vista de la Catedral
Foto: IbizaTravel



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