Las Murallas de Ibiza

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Cañón en las murallas bajo la Catedral

Murallas de Ibiza (I)

Hasta el siglo XIX, las murallas fueron el sistema defensivo más usual de los núcleos urbanos, acondicionados en su edificación por las necesidades defensivas. En Ibiza, puerto fronterizo durante siglos, esta circunstancia se verifica en las murallas de la ciudad, que se han adaptado a las coyunturas de cada momento.

Antigüedad
El asentamiento humano en el puig de Vila está documentado arqueológicamente a principios del siglo VI aC (época fenicia). Existen algunas referencias de autores clásicos que inducen a pensar en la existencia de un sistema defensivo. Diodoro de Sicilia (siglo I aC), que copia la obra de Timeo de Taormina (siglos III-IV aC), habla de una ciudad bien construida y con murallas (V, 16, 2-3). Tit Livi (59 a. C.-17 d. C.), en su relato de las guerras púnicas, dice que la ciudad fue sitiada en el 217 a. C. y que resistió victoriosamente (XXII, 20, 7).

Sin embargo, a principios del siglo XXI no se han encontrado restos de infraestructuras defensivas ni militares de época antigua. No se pueden tomar, por tanto, estas referencias como precedente seguro. De todas formas, cabe remarcar un fragmento de muro de grandes dimensiones, localizado en el castillo y fechado en el siglo III dC (época púnica), cuyo excavador, Joan Ramon Torres, considera que podría haber tenido finalidad defensiva.

Siglos V-X
En realidad no se trata de un período unitario, sino caracterizado por estar escasamente documentado, tanto en textos como en evidencias materiales. Por lo general, parece haber habido durante todos estos siglos una situación de inseguridad. Probablemente, la población disminuyó, lo que se ha deducido del abandono de yacimientos que se documenta en esta época. Este panorama permite suponer que la seguridad debía preocupar a la población ibicenca.

Ahora bien, carecen completamente referencias documentales a fortificaciones y las evidencias materiales también son escasas. Tan sólo cabe apuntar que Joan Ramon, manejando la información obtenida en excavaciones arqueológicas, considera que el recinto correspondiente al actual castillo puede haber tenido su origen en esta época, entre el segundo cuarto del siglo VI y el siglo IX o X .

Época andalusí (902-1235)
En este período es cuando se puede empezar a hablar con certeza de la muralla, que se mantuvo en uso hasta el siglo XVI. El trazado de la fortificación medieval fue reconstruido por Antoni Costa Ramon a partir de los planos de Gianbattista Calvi. Estos planos fueron elaborados a mediados del siglo XVI con el fin de preparar el diseño de la muralla que debía sustituirla y, por tanto, reflejan el estado de la fortificación en la última fase de su existencia.

Ahora se sabe que los tres recintos, cuya existencia y trazado definió Antoni Costa, fueron construidos en diferentes momentos. Son reflejo de la evolución de la estructura defensiva, que lo es a su vez del crecimiento de la población. El poema De bello Maioricano, también conocido como Liber Maiolichinus de Gestis Pisanorum Illustribus, narra la expedición del año 1114, en el que pisanos y catalanes hicieron una redada sobre las islas. Contiene datos que, por lo general, parecen confirmarse sobre el terreno. La defensa de la ciudad está descrita como un triple recinto, rematado por un castillo y rodeado por un valle inundado. Según esta fuente, la ciudad fue sitiada, tomada y saqueada. Este saqueo se confirma por el nivel de destrucción de la misma cronología, documentado en las excavaciones, dirigidas por Rosa Gurrea y Ángeles Martín, que se llevaron a cabo entre 1991 y 1995 en la ronda de Gianbattista Calvi (Ronda de Calvi).

El Liber Maiolichinus también menciona el saqueo de un sector bajo de la ciudad, fuera de sus muros, que podría ser el que más adelante quedó conformando un tercer recinto, sector que tras la conquista catalana se documenta con los nombres de Rabat, Raval o Villa de Avall.

La Crónica de Jaime I, que da noticia de los hechos de la conquista catalana de 1235, también menciona el triple cercado que cerraba la ciudad.

En cuanto a los restos materiales, además de las excavaciones ya comentadas de la ronda de Calvi y una torre que estaba adosada al convento de Sant Cristòfol y que fue derribada en las obras de reforma que sufrió este convento en los años sesenta del siglo XX, cabe señalar las conservadas en el castillo, que hacía de muralla por el lado que da al mar.

Desde la calle Santa Maria se observan algunas torres, aprovechadas por construcciones posteriores, y se puede acceder a la calle Major por sa Portella, la única puerta del recinto medieval que permanece en pie. Esta puerta comunicaba la que después se llamaría Vila d'Amunt con el exterior.

En la calle de Sant Josep también se observan un fragmento de muro de tapia y dos torres del recinto que separaba la villa de Enmedio y la Vila d'Avall.

También se han encontrado restos de la fortificación andalusí en excavaciones arqueológicas en la Catedral y en el Museo Arqueológico, que en el recinto medieval estaban adosadas a la muralla.

De la conquista catalana de Ibiza en el siglo XVI. En este período desapareció la valla que separaba la Villa de Arriba de la Villa de Enmedio. Cuanto más adelante cronológicamente, más abundantes van siendo las noticias de reparaciones y también las reprensiones en los vecinos, que adosaban sus casas a los muros, llegando a abrir ventanas y portezuelas.

Ya en el siglo XVI, se hicieron esfuerzos por intentar adaptar la vieja fortificación a las nuevas necesidades defensivas, condicionadas por los progresos de la artillería. Durante la primera mitad del siglo se construyeron la torre Nova —cuyos restos se observan en el baluarte de Sant Pere o del Portal Nou— y la que se encuentra junto a la ronda de Antoni Costa Ramon, ambas de planta circular, a diferencia de la planta cuadrangular de las torres medievales.

En 1552, la corona envió al contador real Rodrigo de Lara para que examinara la fortificación, quien propuso el refuerzo de la defensa con elementos propios de la nueva ingeniería militar: un baluarte en la parte de poniente; una plataforma hacia mediodía, detrás del Castillo; un Revellín bajo la Catedral y dos caballeros, uno hacia la tramontana, mirando hacia el puerto de Ibiza, y el otro en la boca del puerto, reforzando la torre del Mar.

(EEiF) Antoni Tur Torres [ATT]
Cañón en las murallas bajo la Catedral
Foto: Varios red

La Marina, murallas y catedral

Murallas de Ibiza (II)

Al año siguiente fue el vicario general, Luis de Vigo, quien hizo una propuesta que dirigió al príncipe Felipe (futuro Felipe II).

El proyecto de Simó Ballester, ingeniero de Mallorca que llegó a Ibiza hacia junio de 1554, fue el último de estos intentos de adecuar la fortificación medieval a los nuevos tiempos. Este proyecto empezó a ejecutarse, pero las críticas desfavorables hicieron que ese mismo año la corona ordenara su paralización y enviara al ingeniero italiano Gianbattista Calvi hacia Ibiza.

Del proyecto del maestro Simó queda en pie a principios del siglo XXI la mal llamada “torre del seminario”, que en realidad es un caballero proyectado para reforzar el extremo oriental del muro que separaba la Vila Mitjana y la Vila d'Avall.

La construcción de las murallas renacentistas (1555 - c 1596). Hacia mediados del siglo XVI, la corona, amenazada por el imperio otomano, emprendió un plan de fortificación de su frontera mediterránea. Esta necesidad defensiva la comprobó la población ibicenca con las frecuentes razias, que llegaron a atacar los barrios extramuros de la villa, el puig de Santa Lucía y el sector portuario, llamado en Mar (más adelante, la Marina).

En 1536 turcos y franceses, aliados circunstanciales contra la monarquía hispánica, saquearon las casas del puerto y profanaron la iglesia de los Socorros. En 1543 la ciudad fue bombardeada por corsarios argelinos desde la isla de ses Rates y, el mismo año, una incursión turca volvió a llegar a Mar, a los pies de la ciudad amurallada.

En 1552, los jurados de la isla pedían al príncipe la modernización urgente de las murallas.

En estas circunstancias nació el proyecto de fortificación renacentista de Giovanni Battista Calvi, que seguía el trazado de la muralla medieval pero con el perímetro ensanchado para facilitar el movimiento de las piezas de artillería dentro de la fortaleza y según el sistema de fortificación abaluardada, caracterizado por el uso del baluarte en sustitución de las torres; los muros eran ataludados (no a plomo como los de las fortificaciones medievales) y rellenos de tierra por su cara interior.

Este primer proyecto constaba de seis baluartes, llamados de Santa Tecla, San Bernardo, San Jorge, San Jaime, San Pedro (o portal Nou) y San Juan. Las obras empezaron el último tercio del año 1554 y se iniciaron por los baluartes de Sant Jordi y Sant Jaume. Más adelante se empezó el del portal Nou. Calvi abandonó la isla el 15 de marzo de 1555 y ya no regresó.

En 1563 se estaban haciendo los cimientos de los baluartes de Santa Tecla y Sant Joan. En 1568 se trabajaba en la cortina que debía unir los baluartes de Santa Tecla y San Juan al baluarte de San Bernardo; también se desmontaba el “baluarte de Sant Alfons”, construido en el ángulo de la almudaina por el maestro Simón.

En 1575 se trabajaba en el cuerpo de guardia de la puerta del Mar. Ese mismo año se decidió modificar el proyecto inicial de Calvi, que había muerto en 1654 o 1565. El nuevo proyecto se encargó a Giacobo Palearo “Fratín”, también italiano, que visitó Ibiza en 1575. encargó de incluir en el recinto el barrio extramuros del puig de Santa Llúcia, que fue fortificado con el baluarte del mismo nombre y cerrado hacia el puig des Molins por un revellín y un medio caballero.

Los ataques mencionados más arriba (en 1578 todavía hubo una nueva incursión turca que llegó a Mar, con la profanación de la iglesia y ciento veinte personas cautivadas) habían mostrado la necesidad de incluir este sector extramuros, que se consideraba fundamental para ser lugar de residencia de los marineros y ubicación de los almacenes.

Para realizar esta ampliación, iniciada en 1578, se tuvo que modificar el baluarte de Sant Joan y se desplazó al sur la entrada principal, que en el proyecto inicial ocupaba el lugar de la antigua puerta Mayor, protegido por el orejón que ha quedado como testigo de ese primer proyecto.

Las obras de esta fase, en ausencia de Fratín, fueron dirigidas por Juan Alonso Rubián, que llegó a la isla en 1578 y trabajó en las murallas hasta 1596. Se empezó por reorientar el baluarte de San Juan, el revellín y el medio caballero adosados ​​al baluarte de Santa Tecla. En 1584 se empezó el portal de ses Taules, terminado el año siguiente según la inscripción que figura sobre la entrada.

Los acabados de la fortificación (parapetos y casamatas para rematar los baluartes; el caballero de Sant Lluc, sobre el Portal Nou), hechos en los años noventa, fueron dirigidos por el maestro Antoni Saura.

Habiendo comentado las características de la obra realizada y los detalles y la cronología de su realización, debe fijarse en la financiación de la obra y la organización del trabajo.

En cuanto a la financiación, la corona aportó parte del presupuesto y exigió aportaciones a los conseñores eclesiásticos y a la Universidad de Ibiza. Los primeros llegaron a ver incautadas sus rentas feudales, dada su resistencia a contribuir a ello. La Universidad, que contaba con el millarés, tributo sobre la sal destinado al pago de las guardas y el mantenimiento de las fortificaciones, tuvo que completar sus contribuciones mediante cortes.

La mano de obra especializada, como era habitual, vino en buena parte de fuera de la isla, pero los ibicencos tuvieron que contribuir personalmente, con su trabajo y sus bestias de carga.

La organización del trabajo de los habitantes de la isla la ha estudiado parcialmente Antoni Ferrer Abárzuza a partir de un libro de contabilidad de la Universidad. Hay que tener en cuenta que este documento sólo puede darnos una idea parcial ya que corresponde a un período muy corto (de mayo a julio de 1561) y está limitado a los trabajadores que pagaba la Universidad. Más que las cifras, por tanto, interesa destacar la información que aporta sobre el sistema de trabajo.

La mayor parte de la mano de obra era de la villa, mientras que los trabajadores de los quartons acudían por turnos, cada día los de un cuartón diferente. Las personas que poseían una bestia de carga estaban obligadas a llevarla para su construcción. Los trabajadores que la Universidad ocupaba a diario eran unos cincuenta.

(EEiF) Antoni Tur Torres [ATT]
La Marina, murallas y catedral
Foto: Vicent Planells

TRES

Murallas de Ibiza (III)

En otro orden de cosas, debe tenerse en cuenta que cuando se juntaban la cosecha del grano, el embarque de la sal y la obra de las murallas, trabajos que necesitaban abundante mano de obra, el ritmo de trabajo se hacía difícil de mantener. Esto ayuda a entender que la edificación de las murallas llevará casi toda la segunda mitad del siglo XVI.

La real fuerza de Ibiza: la fortificación en los siglos XVII y XVIII. Con las murallas prácticamente terminadas, la villa de Ibiza entró en el siglo XVII con su imagen transformada radicalmente. A pesar de la disminución del peligro turco, lo cierto es que durante todo el siglo XVII Ibiza, como todo el litoral mediterráneo, siguió sufriendo ataques de los corsarios norteafricanos y se sintió amenazada a menudo por los rivales de la monarquía hispánica, especialmente por los franceses.

Las fortificaciones renacentistas estaban concebidas para disuadir de la intención de atacarlas y resultaban inexpugnables si no era con gran esfuerzo. Por este motivo, a partir de 1578 ya no hubo más ataques contra la villa, tan sólo contra la parte foránea de la isla.

Dentro del recinto, se fue edificando la Vila Nova en el espacio libre que había quedado dentro de la nueva fortaleza, entre el baluarte de Santa Tecla y el puig de Santa Llúcia.

Los gobernadores de la isla informaban a menudo sobre carencias de la fortificación e incluso intentaron solucionar algunas. En 1641 Bernat Salelles había hecho construir el puente levadizo del portal de ses Taules y también había empedrado los baluartes para facilitar el desplazamiento de la artillería. En 1667, Jerónimo García había trabajado en los parapetos de la muralla y proseguía las obras iniciadas por Francisco de Miguel en el muro que cerraba la Marina ( Estacada, s’).

En 1687 llegó a la isla el ingeniero José Castellón, quien elaboró ​​una propuesta de refuerzo del recinto y cierre completo de la Marina, que no llegó a realizarse a pesar de haber sido aprobada oficialmente.

En el siglo XVIII, pasada la Guerra de Sucesión (1700-1715), los Borbones impusieron una presencia más numerosa de tropas y la guarnición urbana llegó a contar con trescientos hombres, lo que motivó nuevas reformas.

Esta preocupación estratégica dio lugar también a una interesante colección de cartografía militar sobre la ciudad y sus inmediaciones. Entre 1727 y 1729, el ingeniero militar Simon Poulet diseñó y ejecutó reformas en función de las nuevas necesidades. Sus proyectos se concretaron en el edificio de los “almacenes a prueba y sala de armas”, terminados alrededor de 1727, y los nuevos cuarteles del castillo (1729).

El siglo XVIII fue de crecimiento demográfico para la isla y la villa (ciudad a partir de 1782) y el crecimiento del barrio de la Marina preocupaba a las autoridades militares, que limitaron la construcción al pie de la muralla y llegaron a proyectar la demolición de las casas más cercanas, como se ve en el plano de 1737, del ingeniero militar Carlos Berenguer, con setenta casas cercanas a la muralla marcadas y numeradas, seguramente señaladas para su demolición, que no llegó a llevarse a término.

Siglo XIX
Durante este siglo, Dalt Vila fue perdiendo cada vez más peso demográfico a favor del barrio de la Marina. Mientras, la ciudad fue perdiendo su valor estratégico y la fortificación renacentista, su utilidad. Consecuentemente, la guarnición disminuyó a lo largo del siglo sus efectivos: de los trescientos soldados de 1815, a setenta en 1817 y veintiocho en 1891.

Por otra parte, la presión demográfica obligó a aprovechar al máximo el espacio, contenido dentro de la muralla y estacada. Lentamente, se autorizó el crecimiento de la Marina (1836) y se eliminaron las restricciones a la altura de los edificios (1841).

La segunda mitad del siglo se remodeló la zona inmediata a la muralla. Dentro de esta remodelación, cabe destacar la reforma del portal de ses Taules (1864), que convirtió la rampa de acceso en una recta, en sustitución del original, que formaba una curva. Asimismo, se autorizó construir a los pies de la muralla y se suprimió el foso.

En 1860 se levantó el Poble Nou, conjunto de casas añadido al barrio de la Marina, cerrado por la segunda empalizada, que no se derribó hasta 1885.

A finales de este siglo y principios del siguiente, se empleó como cantera para las obras del puerto junto al portal Nou el espacio que después fue el parque Reina Sofia.

Siglo XX
El siglo XX se pusieron en valor las murallas de Ibiza como monumento y testimonio histórico. Asimismo, las murallas, así como el castillo, pasaron a propiedad del Ayuntamiento de Ibiza. En 1935 el consejo de ministros cedió al Ayuntamiento el recinto, comprendido el camino de ronda y las explanadas de los baluartes. Esta cesión mantenía las casamatas de los baluartes en poder de los militares.

Durante la Guerra Civil se abrieron varios refugios antiaéreos en la muralla, tapados posteriormente, así como el túnel que comunica es Soto con la plaza del Ayuntamiento.

El 22 de enero de 1942 las murallas y la torre de Santa María fueron declaradas Monumento Nacional. El 24 de febrero de 1964 el Ayuntamiento y el ejército firmaron el convenio por el que este último debía entregar las casamatas que retenía en su poder y el castillo. El traspaso se completó en septiembre de 1971.

A finales de la década de los sesenta del siglo XX se había abierto, para facilitar el tráfico rodado por Dalt Vila, la puerta del flanco del baluarte de Sant Joan.

En 1993 se elaboró ​​el Plan Especial de Protección (PEPRI) de Dalt Vila.

En 1999 Ibiza fue declarada Patrimonio de la Humanidad, después de haber optado por primera vez en 1986: Dalt Vila, las salinas y el poblado fenicio de sa Caleta fueron los objetos de esta declaración, dentro de la que destacan también las murallas de Ibiza, que aportaron su interés, autenticidad y estado de conservación.

En 2001 se encargó la elaboración del Plan director de las murallas de Ibiza al equipo compuesto por Fernando Cobos (arquitecto director), Alicia Cámara (historiadora), Manuel Retuerce (arqueólogo) y Mònica Roselló (restauradora). [ATT]

(EEiF) Antoni Tur Torres [ATT]
Muralla, portal de ses Taules y Catedral al fondo
Foto: Varios red


Salida hacia el Portal de ses Taules

Salida hacia el Portal de ses Taules
Foto: Varios red

Detalle nocturno entrada zona murallas

Detalle nocturno entrada zona murallas
Foto: Vicent Planells

Perspectiva de la Catedral de Ibiza

Perspectiva de la Catedral de Ibiza
Foto: Varios red


Detalle interior de las murallas

Detalle interior de las murallas
Foto: Varios red

Murallas, castillo, catedral... Vista aérea

Murallas, castillo, catedral... Vista aérea
Foto: Varios red

Patio interior murallas tras Portal de ses Taules

Patio interior murallas tras Portal de ses Taules
Foto: Varios red


Plano de la ciudad de Ibiza, 1616 "Plano de la ciudad de Ibiza con indicación de la fortaleza con los baluartes de Santa Lucía y San Juan, el faro, plaza de la Marina y huerto de D. Juan Jover en donde se ha levantado una pared objeto de discusión". (1616).
Archivo General de Simancas — Signatura: MPD, 44, 042
Ministerio de Cultura y Deporte

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