El Seminario de Ibiza (I)

Durante bastante tiempo ha persistido la falsa idea de que el Seminario de Ibiza fue fundado por los jesuitas.

Quien la suscitó fue sin duda el presbítero Juan de Dios Carrasco López, quien en el prólogo de un reglamento del seminario promulgado en 1851 afirmaba que “son escasas las noticias que tenemos del establecimiento y vicisitudes del Seminario Conciliar de esta Ciudad e Isla de Ibiza, sin embargo, según los documentos que obran en la secretaria de su Obispado, es bien constante y cierto que fue erigido un tal Seminario Casa de estudios el día 17 del mes de junio del año 1688... Vino a decaer el Seminario cuando, a impulsos de la revolución, en 1767 sucedió en España la expulsión general de los jesuitas”.

Los documentos que confundieron al presbítero Carrasco eran copias (en 2012 aún conservadas) de los acuerdos concertados en 1686 (la fecha de 1688 es un error de las copias) entre la Universidad y la Compañía de Jesús con vistas a la fundación de un nuevo colegio en un momento en el que el de los padres dominicos funcionaba defectuosamente.

Este colegio debía comprender escuelas de enseñanza primaria y secundaria y un internado, también designado con el nombre de seminario. Para habilitar las aulas y las habitaciones de los alumnos internos, la Universidad compró unas casas contiguas a la residencia de los padres de la Compañía, que deberían encargarse de la gestión del centro, que se llamaría Colegio de San José. La Universidad se comprometió también a pagar los salarios de los profesores y el mantenimiento de los alumnos internos.

Pero después de unos cuatro años de actividad escolar, todavía no había pagado nada de lo que se había convenido y los jesuitas dejaron de hacer escuela y clausuraron al internado.

Desde entonces y hasta el inicio del s. XIX los dominicos siguieron haciéndose cargo, con bastantes descalabros, de la enseñanza pública de Ibiza. En cambio, el presbítero Carrasco López, basándose únicamente en documentación que acreditaba la fundación del colegio jesuítico, pensó erróneamente que su actividad se había prolongado hasta 1767.

En 1730 y en concepto de pago parcial de todo lo que aún se les debía, el Ayuntamiento transfirió a los jesuitas la propiedad de la casa, ya muy derruida, que había servido de escuela y de internado o seminario.

Estos religiosos la restauraron y la añadieron a su residencia, pero no volvieron a hacer escuela. Y, cuando en 1767 fueron expulsados, dicha residencia se convirtió en propiedad de la corona, que la cedió para fundar un nuevo centro escolar con el nombre de Real Casa de Estudios.
Este plan, sin embargo, se topó con el obstáculo de la falta de recursos para retribuir a los maestros.

Los concejales municipales intentaron solucionar el problema retirando a los dominicos el salario de los maestros para darlo a dos presbíteros que enseñaran en la Real Casa de Estudios, pero los frailes interpusieron un recurso ante las altas instancias de la Corte y en 1773 el Real y Supremo Consejo de Castilla desautorizó al Ayuntamiento y ordenó que se continuara pagando a los dominicos el salario de las escuelas de primeras letras y de gramática.

El obispo Abad y Lasierra, diecisiete años después de la expulsión de los jesuitas, envió a la Corte un informe en el que sugería una redistribución de las rentas de sus antiguos bienes que, a su juicio, permitiría dotar adecuadamente a la Real Casa de Estudios.

Pero la respuesta de Madrid a esta sugerencia no llegó hasta diez años más tarde, en 1794, cuando el obispo Eustaquio de Azara, sucesor del primero, estaba también a punto de dejar la diócesis: la contestación real aceptaba las propuestas de Abad y Lasierra, pero Azara, pensando que el plan de su antecesor no era suficiente para salvar los obstáculos de la financiación, remitió al rey otro proyecto en el que proponía la incorporación de tres nuevas plazas en la nómina del clero catedralicio, que deberían ser ocupadas por tres nuevos presbíteros que tuvieran como misión principal atender a la escuela y que pudieran, al mismo tiempo, beneficiarse de los emolumentos que cobrarían de la catedral de Ibiza.

(EEiF) Joan Planells Ripoll [JPR]
Imagen superior:
Seminario de Ibiza: el escudo y la hornacina que presidían la puerta principal
Foto: Felip Cirer Costa

El Seminario de Ibiza (II)

Con fecha 16 de julio de 1800, el rey aprobó el proyecto de Azara, cuando su sucesor, Clemente Llocer llevaba ya cinco años al frente de la diócesis pitiusa. En 1802, después de treinta y cinco años de tentativas inútiles, se abrieron finalmente en la Real Casa de Estudios las aulas de primeras letras, gramática y retórica. Los maestros, elegidos por oposición, eran los presbíteros Josep Mercadal Aguero, ibicenco; Josep Castell Comas, natural de Vic, y Jaume Torrents Brossa, natural de Barcelona. El primero era maestro de primeras letras, el segundo de gramática y latinidad y el último, de retórica y director de la casa. Los maestros de primeras letras y de gramática eran beneficiados y el director, racionero.

Ese mismo año de 1802 Climent Llocer y la comunidad de los padres dominicos del convento de San Vicente Ferrer acordaron un convenio por el que los dominicos cedían a la nueva escuela sus derechos sobre la enseñanza primaria y secundaria y, a cambio, el obispo se comprometía a fundar y a dotar dos nuevas cátedras en el convento, una de filosofía y otra de teología. En 1804, pocos meses antes de su muerte, Llocer fundaba las dos cátedras y las dotaba con las rentas de una finca que había comprado en Sant Miquel de Balansat.

En 1807, cuando era obispo de Ibiza Blas Jacobo Beltrán, había matriculados en la Real Casa 43 alumnos de primeras letras, 33 de gramática y 9 de retórica, además de los 13 estudiantes que cursaban filosofía y teología en las cátedras creadas por Llocer en el convento de los dominicos. A partir de ese momento el nombre de Real Casa de Estudios fue sustituido por el de Seminario; su dependencia del obispado y la incorporación de una cátedra eminentemente clerical como es la de teología contribuyeron al cambio de denominación. Pero en realidad, tardó mucho en ser un seminario conciliar estricto ya que, por una parte, carecía del internado que prescribía el Concilio de Trent y, por otra, era una escuela pública y a la que tenía acceso toda clase de alumnos.

Hasta el año 1846, cuando el Ayuntamiento de Ibiza contrató al maestro mallorquín Joan Company Gornés para abrir una escuela de primeras letras, el Seminario, con la correspondiente participación de los dominicos, fue la única escuela pública de las Pitiusas, y hasta el año 1864, cuando se fundó un colegio municipal de bachillerato, constituyó el único centro de enseñanza secundaria de Ibiza y de Formentera. En 1819 el Seminario de Ibiza fue agregado a la Universidad de Palma y, cuando esta institución fue suprimida en 1829, se incorporó a la de Cervera. El obispo Carrasco, por la dificultad que suponía la distancia entre Ibiza y ese pueblo de Catalunya, pidió y obtuvo que se agregara a la Universidad de Valencia. Por último, en 1847, en el contexto de las medidas tomadas para poner en funcionamiento las normas dictadas por el Plan general de enseñanza implantado por el gobierno en 1845 el Seminario quedó adscrito a la Universidad de Barcelona.

En ese momento se encontraba recuperándose de la decadencia que había sufrido entre los años 1820 y 1840, seguramente debido a la marcha de la isla del profesor de gramática Josep Castell, lo que significó que se tuviera que pedir ayuda de un padre dominico para las clases de latín. La escasez de clero obligó a desplazar al profesor de retórica, Jaume Torrents, a la parroquia de San Carlos, con el lógico disgusto de los concejales municipales, que en 1830 se quejaban de que los estudiantes ibicencos se veían privados de poder cursar “esta disciplina principal, que no sólo eleva la juventud, sino que ayuda a corregir las disonancias adquiridas por el idioma nativo, así que también abre los campos de la imaginación”.

El obispo Carrasco aprovechó el clima favorable a la Iglesia que se había producido con el acceso al poder, en 1844, de los moderados de Narváez, para proponer al gobierno la creación de ocho becas para alumnos internos, a cargo del erario público. En 1845 el gobierno accedió a su petición, pero se retrasaron los pagos prometidos. Este hecho y la necesidad de realizar obras de remodelación del edificio provocaron que la inauguración del internado fuese el 15 de agosto de 1851, años más tarde de lo previsto. A partir de esa fecha el Seminario ya pudo calificarse de conciliar, porque cumplía la prescripción del Concilio de Trent que exigía que los aspirantes al sacerdocio realizaran los estudios en régimen de internado. Por este motivo el obispo lo tituló Seminario Conciliar de María Santísima en su Inmaculada Concepción y del glorioso mártir San Juan Nepomuceno.

(EEiF) Joan Planells Ripoll [JPR]
Imagen superior:
Edificio del Seminario. Entró en funcionamiento en 1802, con el episcopado de Climent Llocer
Foto: Felip Cirer Costa

El Seminario de Ibiza (III)

Sin embargo, hasta el año 1864 siguió acogiendo a todos los alumnos que quisieran cursar enseñanza secundaria, aunque no pretendieran ingresar en el estamento eclesiástico.

Desde ese año, cuando el Ayuntamiento creó el colegio de segunda enseñanza, el Seminario se centró en la preparación de candidatos a la ordenación sacerdotal, aunque sus estudios de segunda enseñanza siguieron teniendo validez oficial hasta la año 1868.

La etapa que empezó en 1864 y durante la cual la enseñanza del Seminario tuvo un enfoque exclusivamente eclesiástico abarca ciento cinco años y se prolonga hasta 1969. Y a diferencia de la mayor parte de los seminarios españoles, que según la edad y el nivel académico de los seminaristas los distribuían en dos centros separados denominados seminario menor y seminario mayor, en el Seminario de Ibiza los alumnos que cursaban estudios secundarios siempre convivieron con los que ya estudiaban materias propias de la carrera eclesiástica.

En 1965 todos los seminaristas del ciclo teológico se matricularon en diversas universidades pontificias, en busca de horizontes científicos más amplios. Y en 1969 el obispo Francesc Planas Muntaner solicitó del Ministerio de Educación y Ciencia la clasificación de los cuatro primeros cursos del ciclo restante como centro reconocido de bachillerato elemental.

En aquellos momentos era inviable cualquier tipo de enseñanza que no tuviera un completo reconocimiento oficial, que el Seminario recibió por decreto de 11 de junio de 1970.

Entonces el Seminario pasó a denominarse Colegio-Seminario Santo Domingo Savio y dejó de ser un centro de formación estrictamente clerical.
Las precarias condiciones del viejo edificio, asentado sobre los cimientos de la antigua Real Casa de Estudios, y la escasez de profesores titulados, en contraposición a las rígidas exigencias del Ministerio de Educación y Ciencia, aconsejaron no incluir de momento a los dos cursos del bachillerato superior en la petición de reconocimiento, pero la convicción de que el ámbito educativo del Seminario debía abrazar todos los ciclos de la enseñanza secundaria hizo que empezara a plantearse la idea de construir un nuevo edificio en el que se pudieran impartir estos estudios.

La promulgación de una nueva ley de enseñanza el mismo año en que el Seminario obtenía su homologación oficial obligó al centro a resolver el dilema de renunciar al bachillerato y a quedarse reducido a escuela de enseñanza general básica (EGB) o intentar obtener la clasificación de centro homologado de bachillerato unificado polivalente (BUP). Cualquiera de estas dos soluciones chocaba con las deficiencias del edificio. Finalmente se optó por la segunda alternativa y el obispo auxiliar Teodor Úbeda Gramage presentó en 1974 la solicitud de clasificación. En 1978, cuando ya era obispo Josep Gea Escolano, se recibió la autorización definitiva para impartir los cursos de BUP, pero no del curso de orientación universitaria (COU).

Los graves problemas de escolarización de la Ibiza de los años setenta del s. XX seguro que influyeron en la administración educativa a pasar por alto las carencias del edificio y emitieron un informe favorable. De hecho, durante aquella década el Seminario ayudó a paliar la escasez de puestos escolares y ofreció, además, las ventajas de un internado que podía solucionar el problema de las distancias a muchos estudiantes del campo y de Formentera.

Aquel internado se clausuró, precisamente, por falta de demanda, a principios de los años ochenta, cuando se creó un instituto en Formentera y se introdujo el servicio de autocares escolares.

La venta del viejo edificio del Seminario, realizada en 1989 por el obispo Manuel Ureña Pastor, posibilitó que su sucesor, Xavier Salinas Viñals, con las ganancias de aquella operación, pudiera construir una nueva, que fue inaugurada 1993.
El nuevo Colegio Sant Domingo Savio fue edificado en un solar de la antigua finca de Sa Real, junto al Colegio Diocesano de Enseñanza Primaria Juan XXIII. Y en 1995 ambos colegios se unieron para constituir un único centro bajo la denominación de Colegio Sa Real.

(EEiF) Joan Planells Ripoll [JPR]
Imagen superior:
Seminario de Ibiza: vista de la entrada de servicio a las cocinas
Foto: Felip Cirer Costa

Seminario de Ibiza: fachada principal en C/ Joan Roman
Foto: Felip Cirer Costa

La Catedral de Santa María, Dalt Vila
Foto: Ajuntament d'Eivissa

Escaleras del Palacio Episcopal de Ibiza
Foto: Ajuntament d'Eivissa